martes, 23 de febrero de 2010

El servicio

David deseaba de todo corazón hacer el templo para agradar y servir a Dios(1 Cro. 28). Su inmenso deseo lo llevó a reunir todos los materiales necesarios para llevar a cabo la obra, elaboró los planos y desarrolló la organización de los sacerdotes y los diferentes ministerios. A pesar de que Dios le dijo que él no lo haría, hizo todo lo posible por cooperar y adelantar el trabajo. No se enfurruñó como podríamos hacerlo nosotros, no se encaprichó diciendo 'muy bien, que lo haga él, a ver de dónde saca los materiales, a ver si le queda mejor que a mi'. Recuerdo cuando pensaba que Dios no podía tener mujer más deseosa de servirle que yo. Todos mis esfuerzos estaban encaminados en ir de misionera hasta el otro lado del mundo, mi vida era la iglesia, mis amigos, sus asistentes; vivía en una burbuja de 'cristiandad'. Cuando Dios me mostró que no sería misionera (al menos no de la manera en que yo tenía en mente), que había una enorme cantidad de mujeres mejor preparadas para la tarea, que no podía hablar a otros de Cristo si no lo hacía primero aquí, que la vida cristiana se vive en el mundo (Juan 17:15) no en la iglesia, me enfurruñé, sí. Me gusta la sumisión de David, lejos de ver lo que no se le daba ahora el vio la promesa de un reino eterno y se sintió abrumado por tal honor. A veces mi mirada se oscurece en el hoy, pero entonces procuro recordar la grandeza de la obra de Cristo y su visión me deslumbra. "Mas la senda del justo es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" Prov. 4:18

No hay comentarios: