martes, 23 de febrero de 2010
Soltera, no libre
Quizá sea necesario aclarar ciertos puntos cuando digo que soy soltera. Me pregunto si será necesario comentar que hace muchos años que estoy comprometida.
Hice el compromiso de que no saldría con ningún hombre que no tuviera en mente el matrimonio y que no me casaría con un hombre que no conociera y amara al Dios bíblico.
Es la promesa más grande que he hecho. Sí, en ciertos momentos ha sido doloroso cumplir con ella. Pocos momentos, en realidad no he sido muy solicitada ni muy correspondida. Pero ese par de momentos en que ha resultado particularmente doloroso mantener en mente mi compromiso, me han dado la enorme alegría de ver y conocer más a Dios.
¿Te ha pasado?
Luego de una enorme lucha por obedecer, una lucha entre tus deseos y tus obligaciones, entre la carne y el espíritu, lucha en la que descubres qué cerca estás de ser vencida y qué frágil es tu naturaleza; luego de todo esto, es indescriptiblemente maravilloso ver Su rostro en medio de la tormenta.
Con la ropa mojada, los brazos extenuados por tanto tratar de resistir, la barca a punto de hundirse, el alma angustiada por los azotes del viento y la lluvia,...verlo caminar, poderoso, en medio de nuestra tormenta...dominando lo que pensábamos indomable...acercándose a nosotros, que lo habíamos olvidado...es simplemente maravilloso.
Es por eso que todas las noches renuevo mi compromiso, algunas veces llorando, otras sonriendo, pero todas consiente de que no importa ni importará nunca qué tan sola pueda sentirme, Él siempre estará ahí como poderoso gigante en medio de la tempestad.
El servicio
David deseaba de todo corazón hacer el templo para agradar y servir a Dios(1 Cro. 28). Su inmenso deseo lo llevó a reunir todos los materiales necesarios para llevar a cabo la obra, elaboró los planos y desarrolló la organización de los sacerdotes y los diferentes ministerios.
A pesar de que Dios le dijo que él no lo haría, hizo todo lo posible por cooperar y adelantar el trabajo. No se enfurruñó como podríamos hacerlo nosotros, no se encaprichó diciendo 'muy bien, que lo haga él, a ver de dónde saca los materiales, a ver si le queda mejor que a mi'.
Recuerdo cuando pensaba que Dios no podía tener mujer más deseosa de servirle que yo. Todos mis esfuerzos estaban encaminados en ir de misionera hasta el otro lado del mundo, mi vida era la iglesia, mis amigos, sus asistentes; vivía en una burbuja de 'cristiandad'.
Cuando Dios me mostró que no sería misionera (al menos no de la manera en que yo tenía en mente), que había una enorme cantidad de mujeres mejor preparadas para la tarea, que no podía hablar a otros de Cristo si no lo hacía primero aquí, que la vida cristiana se vive en el mundo (Juan 17:15) no en la iglesia, me enfurruñé, sí.
Me gusta la sumisión de David, lejos de ver lo que no se le daba ahora el vio la promesa de un reino eterno y se sintió abrumado por tal honor.
A veces mi mirada se oscurece en el hoy, pero entonces procuro recordar la grandeza de la obra de Cristo y su visión me deslumbra.
"Mas la senda del justo es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" Prov. 4:18
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